sábado, 8 de agosto de 2009

LA VACA (Doctor Camilo Cruz)



Un viejo maestro deseaba enseñar a uno de sus discípulos la razón por la cual muchas personas viven atadas a una vida de conformidad y mediocridad y no logran superar los obstáculos que les impide triunfar. Se requería que el discípulo observara lo que sucede cuando finalmente nos liberamos de aquellas ataduras y comenzamos a utilizar nuestro verdadero potencial.

Para impartir su lección al joven, el maestro decidió que aquella tarde visitaran juntos algunos de los parajes más pobres de la provincia. Después de caminar un largo rato encontraron el vecindario más triste y desolador de la comarca y se dispusieron a buscar la más humilde de todas las viviendas.

Aquella casucha de medio derrumbarse, que se encontraba en la parte más alejada del caserío era, sin duda alguna, la más pobre de todas. Sus paredes se sostenían en pie de milagro aunque amenazaban con venirse abajo en cualquier momento. El improvisado techo dejaba filtrar el agua y la basura y los desperdicios se acumulaban a su alrededor dándole un aspecto decrépito y repulsivo. Sin embargo, lo más sorprendente era que en aquella casucha de apenas 6 metros cuadrados vivían 8 personas: el padre, la madre, cuatro hijos, dos abuelos. Se las arreglaban para acomodarse de cualquier manera en aquel reducido espacio.

Sus ropas viejas y remendadas, la suciedad y el mal olor que envolvía sus cuerpos, eran la mejor prueba de la absoluta miseria que ahí reinaba. Sus miradas tristes y sus cabezas bajas no dejaban duda que la pobreza y la inopia no sólo se había apoderado de sus cuerpos sino que también había encontrado albergue en su interior.

Curiosamente en ese estado de penuria y pobreza total, la familia contaba con una sola posesión extraordinaria bajo tales circunstancias, una vaca. Una flacuchenta vaca cuya escasa leche le proveía a la familia un poco de alimento para sobrevivir. La vaca era la única posesión material con la que contaban y lo único que los separaba de la miseria total.

Y allí en medio de la basura y el desorden, el maestro y el discípulo pasaron la noche. Al día siguiente, muy temprano, asegurándose que no despertaran a nadie, los viajeros se dispusieron a continuar su camino. Salieron de la morada, pero, antes de emprender la marcha, el anciano maestro le dijo en voz baja a su discípulo: “Es hora que aprendas la lección que nos trajo a estos parajes.”

Después de todo, lo único que habían visto durante su corta estadía eran resultados de una vida de conformismo y mediocridad, pero aún no estaba del todo claro para el joven discípulo cuál era la causa que había originado tal estado de abandono. Esta era la verdadera lección, el maestro lo sabía y había llegado el momento de enseñársela.

Ante la incrédula mirada del joven y sin que este pudiera hacer algo para evitarlo, súbitamente el anciano sacó una daga que llevaba en su bolsa y de un solo tajo degolló a la pobre vaca que se encontraba atada a la puerta de la vivienda.

¿Qué has hecho maestro?-dijo el joven susurrando angustiadamente para no despertar a la familia-¡qué lección es ésta que deja a una familia en la ruina total? ¿Cómo has podido matar a esa pobre vaca que era su única posesión?

Sin inmutarse ante la preocupación de su joven discípulo y sin hacer caso de sus interrogantes, el anciano se dispuso a continuar su marcha. Así pues, dejando atrás aquella macabra escena, maestro y discípulo partieron. El primero, aparentemente indiferente ante la suerte que le esperaba a la pobre familia por la pérdida del animal.

Durante los días siguientes al joven le asaltaban una y otra vez la nefasta idea que sin la vaca, la familia seguramente se moriría de hambre. ¿Qué otra suerte podían correr tras haber perdido su única fuente de sustento?

La historia cuenta que un año más tarde, los dos hombres decidieron pasar nuevamente por aquel paraje para saber qué había pasado con la familia. Buscaron en vano la humilde vivienda. El lugar parecía ser el mismo, pero donde un año atrás se encontraba la ruinosa casucha ahora se levantaba una casa grande que aparentemente, había sido construida recientemente. Se detuvieron por un momento para observar a la distancia, asegurándose que se encontraban en el mismo sitio.

Lo primero que pasó por la mente del joven fue el presentimiento que la muerte de la vaca había sido un golpe demasiado duro para aquella pobre familia. Muy probablemente, se habían visto obligados a abandonar aquel lugar y una nueva familia, con mayores posesiones se había adueñado de éste y había construido una mejor vivienda.

¿A dónde habrían ido a parar aquel hombre y su familia? ¡Qué había sucedido con ellos? Quizás fue la pena moral la que los doblegó. Todo eso pasaba por la mente del joven mientras se debatía entre el deseo de acercarse a la nueva vivienda para indagar por la suerte de los antiguos moradores o continuar su viaje y así evitar la confirmación de sus peores sospechas.

Cuál no serpia su sorpresa cuando del interior de la casa, vio salir al mismo hombre que un año atrás les había dado posada. Sin embargo, su aspecto era totalmente distinto. Sus ojos brillaban, vestía ropas limpias, iba aseado y su amplia sonrisa mostraba que algo significativo había sucedido. El joven no daba crédito a lo que veía. ¿Cómo era posible? ¿Qué habría acontecido durante este año? Raídamente se dispuso a saludarle para averiguar qué había ocasionado tal cambio en la vida de esta familia.

Hace un año, durante nuestro breve paso por aquí –dijo el joven- fuimos testigos de la inmensa pobreza en la que ustedes se encontraban. ¿Qué ocurrió durante este tiempo para que todo cambiara?

El hombre ignoraba que el joven y el maestro habían sido causantes de la muerte de la vaca, les contó cómo casualmente el mismo día de su partida., algún maleante, envidioso, de escasa fortuna, había degollado salvajemente al pobre animal.

El hombre les confesó a los dos viajeros que su primera reacción ante la muerte de la vaca fue la desesperación y la angustia. Por mucho tiempo, la leche que producía la vaca había sido la única fuente de sustento. Más aún, poseer este animal les había ganado el respeto de los vecinos menos afortunados quienes seguramente envidiaban tan preciado bien.

“Sin embargo, -continuó el hombre- poco después de aquel trágico día, nos dimos cuenta que a menos que hiciéramos algo, muy probablemente nuestra propia superviviencia se vería amenazada. Necesitábamos comer y buscar otras fuentes de alimento para nuestros hijos, así que limpiamos el patio de la parte de atrás de la casucha, conseguimos algunas semillas y sembramos hortalizas y legumbres para alimentarnos”

“Pasado algún tiempo nos dimos cuenta que la improvisada granja producía mucho más de lo que necesitábamos para nuestro sustento, así que comenzamos a venderle algunos vegetales que nos sobraban a nuestros vecinos y con esa ganancia compramos más semillas. Poco después vimos que el sobrante de la cosecha alcanzaba para venderlo en el mercado del pueblo. Así lo hicimos y por primera vez en nuestra vida tuvimos el dinero suficiente para comprar mejores vestidos y arreglar nuestra casa. De esta manera, poco a poco, este año nos ha traído una nueva vida. Es como si la trágica muerte de nuestra vaca, hubiese abierto las puertas de una nueva esperanza.

El joven quien escuchaba atónito tan increíble historia, entendió finalmente la lección que su sabio maestro quería enseñarle. Era obvio que la muerte del animal fue el principio de una vida de nuevas y mayores oportunidades. El maestro, quien había permanecido en el silencio escuchando el fascinante relato del hombre, llevó al joven a un lado y le preguntó en voz baja: ¿tú crees que si esta familia aún tuviese la vaca, habría logrado esto? –Seguramente no, respondió el joven-. ¿Comprendes ahora? La vaca, además de ser su única posesión, era también la cadena que los mantenía atados a una vida de conformismo y de mediocridad. Cuando ya no contaron más con la falsa seguridad que les daba sentirse poseedores de algo, así sólo fuera una flacucha vaca, tomaron la decisión de esforzarse por buscar algo más.

En otras palabras, la vaca que para los vecinos era una bendición.les daba la sensación de no estar en la pobreza total, cuando en realidad vivían en medio de la miseria.

Exactamente, respondió el maestro- Así sucede cuando tienes poco, porque lo poco que tienes se convierte en una cadena que no permite buscar algo mejor. El conformismo se apodera de tu vida. Sabes que no eres feliz con lo que posees, pero tampoco eres totalmente miserable. Estás frustrado con la vida que llevas, mas no lo suficiente como para combatirla ¿Ves lo trágico de esa situación?

“Qué gran lección” pensó el joven discípulo e inmediatamente reflexionó acerca de sus propias vacas.

Durante el resto del viaje recapacitó acerca de todas aquellas limitaciones que él mismo se había encargado de adquirir a lo largo de su vida. Prometió liberarse de todas las vacas que lo mantenían atado a una existencia de mediocridad y le impedían utilizar su verdadero potencial.

Resuelve…..

  • Identifica las creencias que han limitado tu vida, descríbelas.
  • Consideras que en tu vida también hay una vaca que te limita? Coméntalo.
  • ¿Qué excusas sacas para no seguir adelante con tus proyectos?
  • ¿Cómo podrías eliminar tus propias vacas?
  • ¿Qué personas han contribuido a que lleves unas vacas contigo?